Había una vez un niño llamado Juan que estaba emocionado porque su primer diente estaba a punto de caerse. Él había estado esperando ese momento por mucho tiempo, porque sabía que significaba que estaba creciendo y convirtiéndose en un niño grande.

Una mañana, mientras desayunaba, sintió algo extraño en su boca. Al mirar en el espejo, se dio cuenta de que su diente estaba flojo y a punto de caerse. Juan estaba tan emocionado que comenzó a moverlo con la lengua, esperando que cayera pronto.

Después de la escuela, Juan se dirigió a casa y le dijo a su mamá que su diente estaba a punto de caerse. Ella le dijo que lo dejara tranquilo y que esperara a que se cayera por sí solo. Pero Juan no podía dejar de jugar con su diente y seguía moviéndolo con la lengua.

Finalmente, durante la cena, su diente se cayó de repente y Juan lo sostuvo en su mano con una sonrisa de oreja a oreja. Su mamá le dijo que lo pusiera debajo de su almohada esa noche para que el Hada de los Dientes pudiera llevárselo y dejarle una sorpresa a cambio.

Juan fue a dormir esa noche emocionado por lo que le esperaba. Cuando se despertó por la mañana, descubrió que el Hada de los Dientes había dejado un billete en su almohada. Juan estaba tan feliz que corrió a mostrarle a su mamá su nueva sorpresa.

A partir de ese día, Juan esperó emocionado por cada diente que se le caía, ansioso por lo que el ratonzito perez le dejaría en su almohada. Pero, lo más importante, cada vez que un diente se le caía, se daba cuenta de que estaba creciendo y convirtiéndose en un niño grande. Y eso lo hacía sentir muy orgulloso.

 

By Luca

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